jueves, 25 de octubre de 2012

Poder y palabra de Álvaro Uribe


Después de dos periodos de gobiernos  distantes, frívolo y a demás con diferentes escándalos involucrados con dinero del narcotráfico, como lo fue el periodo presidencial de Ernesto Samper Pizano, aparece un nuevo candidato en el país colombiano, que apuesta por regresarle la esperanza a los ciudadanos.

Álvaro Uribe, es conocido como uno de los presidentes de mayor popularidad en Colombia, al momento de su mandato represento la época con más esperanza en un país que venia sumergido de una incredulidad profunda.

Durante las elecciones, se caracterizo por ser un candidato fuera de los estereotipos a los que el pueblo estaba acostumbrado, esta vez la estrategia principal utilizada fue la cercanía a  los ciudadanos ,escuchando sus problemas de cerca, lejos de la capsula de poder de la que muchos presidentes anteponía para el pueblo.


Una clave importante de su estrategia de comunicación fueron los programas de las consejos comunales, transmitido por televisión nacional, reflejaba el claro talento del presidente de generar confianza gracias a una imagen más popular.

La simpatía del ex presidente producía confianza entre las personas, debido a que sus atributos de cordialidad se convertían en la primera garantía de que todas sus promesas fuesen cumplidas.

La originalidad de su discurso, dedicado de manera personal a los problemas de la gente y de forma  natural, fue su arma de éxito, que aprovechó al máximo, combinándolo estratégicamente con su indumentaria y sus gestos, reforzando en su mensaje que era igual  que un ciudadano común, y así poder lograr la gran aceptación de las masas.

Este poder de comunicación ha sido utilizado por diferentes mandatarios en América Latina, y no es casualidad que sean aquellos que gozan altos índices de popularidad. Esta estrategia muy bien manejada es el método perfecto para ensombrecer los problemas del gobierno.

La imagen del gobernador que se vende por lo que hace y dice, permite distraer cualquier tipo de problema, siempre dispuesto a dar la cara, crea la confianza entre los ciudadanos de que en algún momento se solucionará.

A demás concentrándose en problemas mas personales, acercándose a la gente y mostrando preocupación por ellos, crea un vínculo de afecto entre los gobernantes y el pueblo, obviar en el discurso problemas que comprometan su política de gobierno, es el telón perfecto para maquillar cualquier tipo de desequilibro.

Los jefes de estado y políticos entienden cada día mas el poder que representan los medios de comunicación y el alcance de sus palabras, donde el  juego de alejarse de una imagen de supremacía, es sinónimo de acercarse mas a la nación, mientras menos político parezcas mas posibilidades tiene de destacar entre los demás, anteponiendo el éxito de la imagen siempre por encima de la eficiencia de un gobierno.

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